Por MSc. Paloma Sotomayor
Especialista en Neuropsicología del Adulto y Diagnóstico de las Demencias

La enfermedad de Alzheimer es una demencia neurodegenerativa que afecta progresivamente la capacidad cognitiva, especialmente la memoria, y la independencia en la vida diaria de la persona que la sufre. En los últimos años cobra cada vez mayor importancia identificar lo que podemos hacer para prevenir la Enfermedad de Alzheimer y otras demencias.

Es importante aclarar que, como parte del envejecimiento normal y saludable existe un leve declive cognitivo, con ciertos fallos en memoria, lenguaje y velocidad mental, pero que no afectan la funcionalidad de una persona al punto de impedir que viva su vida de manera independiente. Por otro lado, en lo que conocemos como un envejecimiento patológico, desde el punto de vista cognitivo, los olvidos son mas graves, incluso la persona puede olvidar eventos vividos por completo, tener dificultades para resolver problemas del día a día, y mostrar un enlentecimiento mental, todo lo cual afecta poco a poco, y cada vez más, la capacidad de la persona para manejar de manera independiente su vida diaria. Por ejemplo, olvida o confunde cómo debe tomar su medicación, no puede manejar sus finanzas o hacer las compras, y requiere del apoyo de un familiar para el día a día.

En el 2020, la comisión de Lancet publica un estudio en el que identifican aquellos factores que podemos manejar en la población, y que reducirían significativamente el riesgo de padecer demencias, hasta en un 40% a nivel mundial. Así, enumeran 12 factores de riesgo que se deben atender, diferenciados por etapa de vida (infancia, adultez y vejez), cuyo manejo se considerara preventivo frente al desarrollo del Alzheimer y otras demencias. Otros estudios a su vez identifican 8 de estos 12 factores como especialmente importantes para la población latinoamericana, calculando hasta un 56% de potencial de modificación de la prevalencia de demencia en nuestra región.

12 factores de riesgos modificables para prevenir la demencia

  1. Nivel Educativo: se conocen los beneficios de la educación como base de la reserva cognitiva que ejerce una neuro protección contra el déficit cognitivo
  2. Discapacidad auditiva: se recomienda la identificación y atención inmediata de la perdida de la audición con el uso de audífonos, considerando que la pérdida auditiva es uno de los factores que representan mayor riesgo para el inicio de una demencia
  3. Traumatismo encéfalo Craneano: se conoce que las contusiones en el cráneo, por accidentes o incluso por deportes de contacto, aumentan el riesgo de generar una demencia
  4. Hipertensión arterial: un factor previamente conocido, el control de la tensión arterial es fundamental para la salud cerebrovascular.
  5. Consumo de alcohol: un alto consumo de bebidas alcohólicas causa cambios en el cerebro, deterioro cognitivo y demencia. Se recomiendo no exceder un consumo de 21 unidades de alcohol a la semana (1 unidad = 10 ml).
  6. Obesidad: existe una relación entre un alto índice de masa corporal y el desarrollo de la demencia. Estudio además reportan que una perdida de peso de 2 kgs o más en personas con un IMC mayor a 25, mejora significativamente la atención y memoria en personas con demencia.
  7. Tabaquismo: Dejar de fumar disminuye el riesgo de desarrollar una demencia. Por ejemplo, un estudio encontró que dejar de fumar por 4 años reduce significativamente el riesgo de iniciar una demencia en los subsecuentes 8 años.
  8. Depresión: existe una asociación entre la depresión y la incidencia de las demencias, e incluso la depresión es parte de las etapas pre clínicas y etapas iniciales de la demencia. Así, se da una importancia prioritaria al cuidado de la salud mental en el adulto mayor.
  9. Contacto social: hoy en día esta aceptado el rol protector de que ejerce el contacto social sobre la mente, aumentando la reserva cognitiva y estimulando conductas beneficiosas para la salud mental.
  10. Actividad física: existe evidencia convincente acerca de la protección que ejerce la actividad física para el desarrollo de las demencias. Los estudios son varios, pero en general, se recomienda una combinación entre ejercicio aeróbico y de fuerza muscular, ajustado a la capacidad de la persona, repartido en sesiones de 25 minutos diarios, aproximadamente.
  11. Contaminación del aire: se han relacionado las altas concentraciones de dióxido nitroso y otras partículas contaminantes, con un alto riesgo de aceleración de las demencias neurodegenerativas. En general, se recomienda la ventilación y acceso a espacio verdes, cuidando que no exista una contaminación del tráfico de la ciudad.
  12. Diabetes: es otro de los factores previamente asociados a la incidencia de las demencias, reportándose que el riesgo de demencia incrementa con la duración y severidad de la diabetes. Un adecuado control médico de la enfermedad debe ser prioritario.

Finalmente, se hace una mención acerca del sueño y dieta, enfatizando correctos hábitos de sueño, control de apneas y otros tratsonors del sueño, y levar una dieta saludable alta en grasas saludables, nueces, legumbres y pescado.

La importancia de este reporte yace en la posibilidad de modificar la prevalencia de las demencias, cuyas proyecciones hacia el 2050 son de un crecimiento exponencial (especialmente en Latinoamérica), brindando luces y una esperanza de poder modificar dichas proyecciones. Como sociedad debemos conocer e incorporar en nuestra vida hábitos más saludables tempranamente, controlar de manera adecuada las enfermedades que representan un riesgo para la salud cerebrovascular y mantener una vida social y físicamente activa, en pro de un envejecimiento saludable.

¿Cómo hacerlo? ¿Cuándo es muy tarde? ¿Cómo empezar?

Se debe empezar cambiando nuestros hábitos poco a poco, empezando por aquellos que se nos hacen más fáciles, y ¡nunca es tarde!

Un reciente estudio realizado en 300,000 adultos de edades entre 50-75 años sugiere que existe la posibilidad de implementar hábitos saludables durante la adultez, que reducen el riesgo de desarrollar demencia incluso en personas con antecedentes familiares cercanos.

El estudio concluye que la adopción de 6 hábitos de estilo de vida saludable puede reducir hasta en un 75% la posibilidad de desarrollar demencia: nutrición saludable, actividad física (150 minutos semanales), dormir 6-9 horas, tomar alcohol de manera moderada, no fumar y mantener el índice de masa corporal por debajo de la obesidad.

Pero, interesantemente, el estudio encuentra que no solo quiénes incorporaron todos estos hábitos obtuvieron resultados positivos, sino que quienes adoptaron solo 3 de ellos redujeron hasta en un 30% el riesgo de desarrollar demencia.

Entonces, como conclusión, debemos empezar a cambiar nuestro estilo de vida un paso a la vez, incorporando estos cambios a nuestras rutinas diarias, y comprendiendo que existe una relación estrecha entre la salud de nuestro cuerpo y la salud de nuestra mente.