20 AÑOS DE ALZHEIMER IBEROAMERICA

Queridos amigos de la familia de Alzheimer Iberoamérica. Es para mí un honor escribir estas letras de cierre del año 2023 que se ha caracterizado po–r un intenso trabajo por parte de todos cuantos formamos este gran grupo.

Pero ha sido también un año especial, en el que AIB ha cumplido 20 años de vida trabajando por y para las personas afectadas por Alzheimer en nuestra región. Cierto es que queda todavía mucho por hacer, mucho camino por recorrer y muchos retos que afrontar.

Pero también lo es que las asociaciones miembro han experimentado un crecimiento cualitativo excepcional. Recuerdo con satisfacción mi primer contacto con esta gran familia, allá por el año 2007, cuando me tocó acompañar al presidente de CEAFA a Caracas para asistir a las reuniones de junta y de asamblea, además de participar en el magnífico congreso organizado por la Fundación Alzheimer Venezuela. Mi experiencia en el mundo Alzheimer, por aquél entonces, no superaba con mucho el año de actividad, y aquella experiencia fue, para mí, uno de los mejores aprendizajes que he podido tener en la vida, que se mantienen vivos hasta el momento actual.

Y aunque no he tenido el privilegio de conocer y compartir AIB desde su germen, desde el momento de su creación, esta trayectoria que se inició cuatro años después sí me ha permitido constatar el trabajo, la determinación, los valores de las personas que se sitúan al frente de las 21 asociaciones que conforman nuestra organización.

Con el paso de los tiempos se ve claramente una evolución positiva, muy positiva en términos de calidad de atención a las personas afectadas, generación de conocimiento, afán de aprender para mejorar, búsqueda insaciable de intercambio de conocimientos y experiencias, y todo ello sin olvidar las magníficas campañas de concienciación y sensibilización de la población, incluyendo, por supuesto, las encaminadas a buscar la solidaridad y comprensión por parte de las instituciones públicas y privadas.

Además, recuerdo que, por aquellos años, además de compartir algún correo electrónico, las reuniones se limitaban a una al año, dentro de los congresos de AIB. La falta de recursos imperaba y resultaba muy complejo y costoso convocar y organizar reuniones. Esta situación se prolongó hasta la llegada de una de las crisis globales más devastadoras que el mundo ha sufrido en su historia reciente.

La Covid-19 con todo lo dura y dramática que fue nos ofreció a todos la oportunidad de explorar nuevas vías de comunicación, relación y contacto. El confinamiento nos obligó a utilizar la videoconferencia como una herramienta que nos permitía abandonar virtualmente nuestras cuatro paredes para seguir manteniendo vivas las relaciones sociales, laborales y de ocio, entre otras cosas. Y aquello que integramos con cierta normalidad en nuestras vidas, AIB lo supo aprovechar, porque, frente a lo que podría pensarse, su actividad no sólo no se paró sino que se vio reforzada e incrementada con reuniones prácticamente semanales.

Vernos las caras con tanta frecuencia creo que nos permitió no solo trabajar para la organización, sino conocernos a nivel personal, lo cual contribuyó a generar y consolidar un grupo humano en el que la cordialidad y empatía 7 fue la piedra angular sobre la que descansaron proyectos como el primer congreso virtual que fuimos capaces de organizar en plena pandemia. Este creo que es un ejemplo magnífico de la evolución de nuestra entidad, en la que la resiliencia ha estado siempre también al orden del día.

Además, y antes de ese congreso virtual se desarrollaron con cierto nivel de éxito un par de proyectos colaborativos para los que se contó con la participación de las asociaciones miembro.

Me refiero al Perfil del cuidador en Iberoamérica y a la publicación El Alzheimer en Iberoamérica. Dos proyectos que reflejan el potencial de la organización. Iniciativas surgidas y animadas por las personas que han conformado la Junta Directiva a lo largo de los años y que sirve de ejemplo y motivación para el actual equipo directivo que, entre otras cosas, ha puesto su atención en temas de especial relevancia para la organización como el estado de las asociaciones miembro, elaboración de terapias no farmacológicas de y para AIB, la determinación de una sede o la contratación de un director ejecutivo que permita ampliar la capacidad operativa al tiempo que facilite la transición del voluntarismo a la profesionalidad. Son iniciativas que, sin duda, van a marcar el futuro de nuestra organización basado en esos 20 años de experiencia, y en el que la cercanía y la participación de las asociaciones (que son, en definitiva, las que sostienen y dan sentido a AIB) va a ser crucial.

En este sentido, a lo largo de este año 2024 que acaba de comenzar se apuesta por la actualización del estudio El perfil del cuidador en Iberoamérica y la elaboración de un estudio sobre incidencia y coste de la demencia en la región, sin contar con otras iniciativas que vayan surgiendo.

En 2007 empezó mi relación con AIB; años después tuve el honor de formar parte de su Junta Directiva, y jamás se me podía haber ocurrido que miembros de esta organización me postularan como presidente. Y, sin embargo aquí estoy, acompañado de una magnífica Junta Directiva con la que comparto entusiasmo, optimismo y, sobre todo, ganas de trabajar para hacer de AIB un referente del Alzheimer y la demencia en Iberoamérica, generando sinergias con la PAHO, la Alzheimer’s Asociation y con la propia ADI. La consolidación de nuestra estructura, de nuestra organización va a marcar los objetivos de trabajo durante los años 24 y 25.

Es nuestro compromiso y espero que el de todos cuantos formamos esta gran–––familia de Alzheimer Iberoamérica.

Juntos recorreremos un camino complejo pero ilusionante. En esta aventura que comenzó hace ya más de 20 años, todos somos necesarios.

Un abrazo fuerte

Jesús Rodrigo

Presidente de AIB


MEMORIA 2023